El estallido social trajo consigo una gran pérdida económica para la empresa, que ya venía con números rojos, lo que tenía en entredicho la continuidad de su servicio.
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El estallido social en Valparaíso se ha transformado en el tiro de gracia para la empresa de trolebuses, que ha visto aún más gravemente afectada sus arcas financieras debido a la baja cantidad de pasajeros que han tenido entre octubre, noviembre y lo que va de diciembre, y lo que, en definitiva, podría significar su extinción de las calles porteñas.
Así lo afirmó Pablo Heimpell, uno de los socios propietarios de la compañía, quien señaló al diario La Estrella de Valparaíso que "nosotros no deseamos, por ningún motivo, cerrar los troles. Hemos luchado, luchado y luchado por un tema patrimonial, no por algo de rentabilidad porque la verdad nunca han sido rentables".
"A pesar de haber reducido costos, el principal problema es el tema de los ingresos que se nos fueron a la punta del cerro por toda la contingencia de Valparaíso, fue caótico. El último mes tuvimos un déficit de $30 millones, para una empresa que no genera utilidad eso es dantesco, una sentencia", agregó el ejecutivo.
En cuanto a una posible solución al conflicto, que permitiera mantener en las calles a los tradicionales trolebuses, Heimpell reiteró que lo que le han planteado a la autoridad desde hace mucho tiempo es la extensión de los recorridos, ya sea por Av. Pedro Montt o llegar hasta el nudo Barón.
"Lo que necesitamos es un mayor ingreso, ya sea que nos permitan ingresar a Pedro Montt o agrandar la catenaria hasta Barón, y con eso basta y sobra. Eso, más menos, serían 7 u $8 millones en mayor ingreso al mes. Con eso, yo no tengo que pedir ningún subsidio, nada", asegura.
De lo contrario, el empresario fue enfático al señalar que "no pasamos de aquí a fin de año la situación, por un tema financiero, no da para más".
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