Hasta el 23 de junio se podrá disfrutar de manera gratuita de la colección de estampas y pinturas niponas, la cual estuvo guardada por 100 años.
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En todo un éxito se ha transformado la exhibición «Mundo flotante del período Edo», que lleva una semana en la sala de extensión del Museo de Bellas Artes de Valparaíso, en el palacio Baburizza.
La colección artística estuvo casi un siglo sin ver la luz, hasta que el año pasado, el Museo Nacional de Bellas Artes (MNBA), presentó su compilación, compuesta por 22 estampas y cinco pinturas provenientes principalmente de los siglos XVIII y XIX.
Fernando Pérez, director del Museo Nacional de Bellas Artes, indicó que "debemos observar con nuevos ojos. Las miradas cruzadas entre el arte oriental y el occidental constituyen un episodio cultural de la máxima relevancia al menos desde el siglo XVIII. Poner a disposición del público estos ricos procesos de intercambio, en un mundo globalizado, a través de un relevante conjunto de obras de arte es, sin duda, una contribución cultural significativa".
Por su parte, Rafael Torres, director del Museo Baburizza, destacó que ha sido "una grata sorpresa constatar la buena acogida que ha tenido en la comunidad exposiciones como estas. Estamos seguros que vamos por el camino correcto al acercar la cultura y exhibiciones de esta calidad a los habitantes de la región".
Josefina Castañeda, visitante de la exposición, manifestó que "vine a verla y el encuentro súper buena. Le he mandado fotos a todos mis cercanos para que la conozcan". Ana María Latoja, en tanto, rescató que "en muchas ocasiones uno no tiene la posibilidad de poder viajar, pero tener eso en Valparaíso es increíble. Estoy muy agradecida".
Estas obras ingresaron al patrimonio del Museo Nacional de Bellas Artes en 1930, sin tener gran información sobre su procedencia. Tal como se señala en documentos del MNBA, se realizó una investigación para la exposición, y se logró identificar que la colección oriental, llegó gracias a la gestora de arte, escritora feminista y periodista, Luisa Lynch, quien fue esposa del diplomático Carlos Morla Vicuña, el que se dedicó al servicio diplomático durante largos años, viviendo en Japón durante 1898.
Es en el país nipón, donde Luisa Lynch comienza a coleccionar gran cantidad de objetos artísticos japoneses. Al enviudar, la escritora regresa a Chile en 1902, relacionándose a actividades de beneficencia y apoyo de artistas. Algunas de las estampas se exhibieron en 1910 en la Exposición Internacional con la se inauguró el Palacio de Bellas Artes; y luego en 1927, pasando a ser parte del inventario del MNBA en 1930.
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