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Elecciones presidenciales en Irán: Tres claves para entender por qué muchos planean no votar

Elecciones presidenciales en Irán: Tres claves para entender por qué muchos planean no votar

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Este año todo parece apuntar a que los ánimos han cambiado y muchos, principalmente los más jóvenes, han decidido no participar en las elecciones, también para expresar sus frustraciones.

Elecciones presidenciales en Irán: Tres claves para entender por qué muchos planean no votar
Viernes 18 de junio de 2021 12:48
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Los iraníes votan este viernes para elegir al sucesor de Hassan Rouhani, quien ha sido su presidente desde 2013.

Las elecciones en la República Islámica de Irán no son consideradas por gran parte de la comunidad internacional como un evento "libre y democrático".

Esto se debe principalmente a que los candidatos deben ser vetados o aprobados por los 12 teólogos y juristas que forman el Consejo de Guardianes, un órgano no elegido que tiene la decisión final sobre quién puede presentarse a una elección.

Aún así, en el pasado los comicios contaban con una alta participación porque para muchos servían para hacer sentir su voz.

Este año, sin embargo, todo parece apuntar a que los ánimos han cambiado y muchos, principalmente los más jóvenes, han decidido no participar en las elecciones, también para expresar sus frustraciones.

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Para los líderes iraníes la participación electoral es una forma de probar la legitimidad de su sistema político.

Pero varios sondeos, como el realizado por la Agencia de Encuestas de Estudiantes Iraníes, alineada con el gobierno, muestran que los pronósticos de participación son de sólo 36% o menos.

Y mientras, el hashtag "De ninguna forma voto" es una tendencia en las redes sociales persas.

Hay varios factores que explican el descontento y frustración que parecen sentir actualmente muchos iraníes.

1. Cuatro de los cinco candidatos son de línea dura

En Irán, el espectro político puede dividirse, en términos generales, entre los candidatos que son de línea dura: los ultraconservadores y religiosos que están aliados a la clase dirigente; los moderados: que apoyan el statu quo; y los reformistas que desean cambiar el sistema de teocracia islámica desde dentro.

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Ebrahim Raisi es un clérigo de línea dura que mantiene estrechos vínculos con el ayatolá Jomeini.

Desde 1997, las elecciones presidenciales iraníes han estado polarizadas, con contendientes pertenecientes a cada una de las tres facciones.

Pero una directiva reciente del Consejo de Guardianes prácticamente prohibió a la mayoría de los candidatos reformistas o moderados presentarse este año.

De entre decenas de figuras políticas prominentes que se registraron para ser candidatos, solo siete fueron aprobadas por el consejo.

Y cinco de estos candidatos son de línea dura.

Además, el miércoles se anunció que el único candidato reformista que había sido aprobado, Mohsen Mehralizadeh, se retiraba de la carrera electoral. Y también se retiró uno de los candidatos de línea dura, Alireza Zakani.

Así, hay cinco candidatos se disputan la presidencia y, de éstos, cuatro son de línea dura. El principal contendiente, según los sondeos, es Ebrahim Raisi, actualmente líder del poder judicial.

"Los candidatos de línea dura han estado involucrados en la represión de cualquier tipo de descontento de los ciudadanos. Y el principal contendiente, Ebrahim Raisi, tiene una larga historia de violaciones de derechos humanos", señala Rana Rahimpur, periodista del servicio persa de la BBC.

"Los otros candidatos están allí para hacer ver que realmente es una elección pero la mayoría de la gente dice que ésta no es una elección, es más bien una selección", señala la periodista.

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Alrededor de 59 millones de personas tienen derecho al voto.

Esta "falta de alternativas" es percibida como una de las principales razones por la que muchos electores iraníes han decidido mantenerse alejados de las urnas, como le explicó a BBC Mundo Pooyan Tamimi Arab, profesor de filosofía y estudios religiosos de la Universidad de Utrecht, en los Países Bajos.

"Ni votar ni no votar conducirá a una transformación o solución milagrosa a problemas específicos ya que la República Islámica es por definición antidemocrática", señala el experto.

"Todas las decisiones importantes son tomadas por el líder supremo. Pero un boicot grande es un acto colectivo importante porque así una mayoría puede expresar la opinión de que el régimen es ilegítimo", le dice Tamimi a BBC Mundo.

"La consigna que está usando la gente ahora es 'No a la República Islámica'. Y éste no es sólo un 'no' a las elecciones sino al propio régimen".

2. "Una carrera de un solo caballo"

Muchos creen que la victoria de Ebrahim Raisi está asegurada. Es el candidato de línea más dura y mantiene estrechos vínculos con el líder supremo, el ayatolá Alí Jamenei, cabeza de la clase dirigente.

Se ha dicho incluso que Raisi no sólo ascenderá a la presidencia sino también podría ser el próximo líder supremo, reemplazando a Jamenei.

"La descalificación de los candidatos de línea menos dura, en efecto ha convertido las elecciones presidenciales de Irán en una carrera de un solo caballo", señala Kasra Naji, periodista del servicio persa de la BBC.

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El costo de vida en Irán se ha incrementado drásticamente en los últimos años.

"Los políticos de línea dura han sabido desde hace tiempo que no podrán ganar el poder por medio de las urnas y por eso han optado por manipular una victoria", le dice Naji a BBC Mundo.

"Y es casi seguro que Raisi, el candidato de línea más dura que fue aprobado, ganará. La agencia de noticias Fars, apoyada por la Guardia Revolucionaria, publicó los resultados de lo que describió como un sondeo 'confiable' que predice una participación de casi 53% y una victoria de Raisi con 72% de los votos", señala el periodista.

Raisi fue el principal rival de Rouhani en las últimas elecciones hace cuatro años.

Y formó parte de un grupo de clérigos que en 1988 aprobó las ejecuciones de miles de presos políticos ordenadas por el entonces líder supremo, el ayatolá Ruhollah Jomenei.

Por su papel en las ejecuciones, Raisi está bajo sanciones del gobierno de Estados Unidos y muchos, tanto dentro como fuera de Irán, verían con preocupación su elección como presidente.

3. El creciente descontento por el estado de la economía

Desde las últimas elecciones presidenciales de 2017, una serie de eventos ha cambiado drásticamente el panorama político iraní.

Estos son los primeros comicios desde la ola de protestas que azotó al país en noviembre de 2019 que fue seguida de una fuerte represión por parte de los servicios de seguridad.

También ha habido arrestos de activistas políticos y sociales, ejecuciones de presos políticos, indignación por el derribo "por error" de un avión ucraniano y una severa crisis económica como resultado de las sanciones impuestas por Estados Unidos.

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En noviembre de 2019, miles de personas salieron a las calles a protestar en más de 100 ciudades y cientos murieron.

Tal como explica el periodista Kasra Naji, una baja participación en las elecciones, como resultado de la insatisfacción de los votantes, sería un golpe duro para los gobernantes que necesitan probar con votos la legitimidad de su sistema.

"Una baja participación es normalmente un signo de apatía en las elecciones", le dice Naji a BBC Mundo.

"Pero en Irán esta vez es una señal de una protesta silenciosa, un acto de desafío por parte de millones de personas, protesta contra lo que ven como un intento de los políticos de línea dura, que controlan centros clave de poder, de quitarles su derecho a elegir", agrega el periodista.

"Este desafío sin duda socavará la legitimidad del próximo gobierno".

La economía siempre ha jugado un papel clave en las elecciones iraníes y ahora ocupa un lugar destacado en la agenda de todos los candidatos.

Debido a la precaria situación económica, Irán se encuentra actualmente en una de sus fases más críticas desde la Revolución islámica de 1979.

El impacto de las sanciones, agravado por la pandemia de coronavirus, ha provocado una de las peores crisis económicas de la historia del país, con una tasa de inflación que alcanza el 50%.

Cuando el gobierno aumentó el precio de la gasolina en noviembre de 2019, miles de personas salieron a las calles en más de 100 ciudades.

Según Amnistía Internacional, en pocos días las fuerzas de seguridad mataron a más de 300 manifestantes desarmados.

Aunque hay quienes creen que en Irán el cambio gradual es más factible a través de las urnas, otros aseguran que la única forma de lograr un cambio en el país es a través de protestas y huelgas.

Todo parece indicar que es poco probable que estas elecciones pongan fin al volátil clima político y económico en Irán.

"Es importante subrayar que todas las políticas cruciales son determinadas por el líder supremo y la Guardia Revolucionaria Islámica", le dice a BBC Mundo Pooyan Tamimi. "No hay que caer en la trampa de la idea de que estas políticas están determinadas por las urnas".

"Cuando (los políticos de línea dura) ocupen todas las ramas del poder, tendrán que decidir si van a transformar la República Islámica en una dictadura 'normal' o si seguirán enfrentados a la comunidad internacional", agrega el experto.

Cómo el resultado puede afectar el acuerdo nuclear

La principal política en materia de asuntos exteriores del país es el acuerdo nuclear con las potencias occidentales.

El expresidente de Estados Unidos, Donald Trump, retiró a su país de ese acuerdo, considerando que era un pacto desigual que "nunca se debería haber hecho".

"El acuerdo fue tan mal negociado que incluso si Irán cumple con todo, el régimen estaría al borde de conseguir armas nucleares en un corto periodo de tiempo", señaló entonces.

Trump sacó a Estados Unidos de ese pacto en 2018 y volvió a imponer sanciones sobre Irán, lo que, junto a la corrupción, llevó a una gran inestabilidad económica.

Todo ello fue el detonante en grandes protestas en 2017 y 2019, en las que murieron cientos de manifestantes.

Con el actual presidente de EE.UU., Joe Biden, las conversaciones se reanudaron: Biden quiere volver al acuerdo nuclear pero exige primero que Irán cumpla todas sus obligaciones del acuerdo.

Por su parte, Teherán pone como condición que EE.UU. levante las sanciones para poder gestionar la paralizante situación económica.

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Hasta ahora, el sector ultraconservador iraní se oponía al acuerdo y lo tildaba de "traición", si bien en la carrera electoral han expresado su disposición a revivir el pacto.

Se espera que un presidente de línea dura sea más hostil con Occidente, pero la política nuclear de Irán es determinada por el líder supremo y no el presidente.

No obstante, los analistas consultados por la BBC consideran que el presidente dictará el tono de las negociaciones; un tono que puede hacer más difícil llegar a un acuerdo vital para la seguridad y estabilidad de todo Medio Oriente.

PURANOTICIA // BBC MUNDO

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