El equipo de Zinedine Zidane evitó un nuevo tropiezo en cuatro días: caía 2-0 con el Submarino Amarillo.
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Real Madrid mostró una gran reacción y evitó lo que hubiera significado un nuevo golpe a su estado anímico. Es que, tras caer el miércoles ante Valencia, el conjunto blanco empezó 0-2 frente a Villarreal , pero lo revirtió para ganar 3-2 y mantenerse en la cima de La Liga en solitario. Con un partido pendiente, los de Zinedine Zidane le sacan un punto de distancia a Barcelona y tres a Sevilla.
El equipo blanco tiene un problema en este 2017. Durante todo el año pasado apenas perdió dos partidos, pero desde que la Navidad bajó el telón, queda la sensación de que los de Zizou pueden perder prácticamente cada encuentro. También dejan entrever que son capaces de ganar cada partido que juegan. Ya sea por uno u otro factor, últimamente no hacen más que buscarse problemas cada tres días. Y a veces los resuelve, pero hay otras tantas veces que no.
En algunas ocasiones es porque el Madrid no entra al campo desde vestuarios con la intensidad o concentración necesaria. Otras veces, porque no tiene gol. En otras oportunidades porque es permeable en defensa y portería. Y otras, por un poco de todo. Y eso le sucedió en el Estadio de la Cerámica, este domingo. Que después de una primera parte intensa pero sin clarividencia ante un buen Villarreal, nada más al comenzar la segunda parte, Real Madrid estaba tirando el liderazgo a la basura. Culpa de Manuel Trigueros y Cedric Bakambu con dos goles en los primeros diez minutos de la reanudación. Uno tras un rechazo y otro después de una gran jugada.
Entonces, ni en Vigo ni en Valencia, Real Madrid encontró el premio cuando tocó arrebato. Pero sí lo hizo en el Estadio de la Cerámica. Y fue a raíz de que Isco Alarcón entró en el campo en lugar de Casemiro. El malagueño fue el que puso un mínimo de juego entre líneas por la columna central. Un mínimo de control y lógica a las acciones de ataque de los blancos. Y a partir de ahí, el talento y la fe del resto de jugadores plasmaron el resto. Anotó Gareth Bale de cabeza. Otra vez de cabeza. Y poco después, Cristiano Ronaldo convirtió de penal -discutible- su 16º gol fuera de casa en la presente temporada. Un 2-2 que parecía rescatarlo, aunque lo mejor estaba por llegar aún.
Y es que el giro de guión todavía dejaba para el final el golpe de efecto definitivo: un gol de Álvaro Morata para ganar el partido poco después de salir del banco. Sin Benzema sobre el césped. Con goles del tridente Bale-Ronaldo-Morata para darle la vuelta a un 2-0 en contra cuando se escapaba el liderazgo. Y con dos actores secundarios como Morata e Isco como opositores al Oscar a mejores actores protagonistas por su actuación en la Remontada Perfecta. Una película de intriga que puede haber marcado un antes y un después en esta Liga.
PURANOTICIA / DIRECTV SPORTS
