No pareció honesto en sus actuaciones y la fiscal Ximena Chong fue categórica ante la Corte Suprema para acusarlo de cohecho, tal como en enero ya lo desaforara la Corte de Apelaciones.
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Por Alejandro Darío Molina
No puede ser más negro el futuro del senador Jaime Orpis (ex UDI) luego de las contundentes acusaciones de la fiscal Ximena Chong ante la Corte Suprema, esta mañana en la vista de revisión en el caso Corpesca. La defensa del parlamentario recurrió al máximo tribunal en un titánico intentopor revertir el fallo de la Corte de Apelaciones, de enero pasado, cuando 16 ministros de su pleno lo desaforaron y sólo tres evacuaron un voto disidente.
La petición de desafuero fue acogida en virtud de cuatro delitos: cohecho, lavado de activos, delito tributario y fraude al Fisco. El más grave, sin duda, dada su calidad de senador de la República, es el de cohecho. Aunque la defensa alega inocencia al respecto y que ello no interfirió en su labor senatorial porque nunca habría votado a favor de Corpesca en el Senado, cabe aquí aquello dela mujer del César. Un tribuno, un alto funcionario del Poder Legislativo, no sólo debe cacarear honestidad sino que también debe parecer honesto.
La acusación sostuvo que tal delito se había cometido "ininterrumpidamente, desde marzo de 2009 hasta abril de 2013". En ese período Orpis cobró 264 millones de pesos, equivalentes a 5,2 millones aproximados por mes. Para recibir tales sumas, el parlamentario emitió 76 boletas ideológicamente falsas entre 2009 y 2013. Las platas de marras fueron entregadas a través de terceras personas, todas ellas del entorno de Orpis, y mediante transferencias electrónicas de fondos. Esto, como lo dijo la fiscal Chong, constituía un sueldo recibido regularmente de parte de Corpesca.
La figura del ilícito se contrapone con los deberes de un servidor público, que empiezan en el principio de probidad. Y no pareciera ya haber dudas de que esa probidad fue mancillada por Orpis en forma reiterada.
También se ha probado, al parecer palmariamente, que esos dineros fueron destinados a contribuciones, gastos domésticos personales y hasta pagar la membresíadel Club de Yates. Muchos conocen que Orpis financia una corporación de loables fines como "La Esperanza", para rehabilitar drogadictos, y que ha tenido mucho éxito en ese altruista propósito. Pero el lado B del congresista echa por tierra cualquier pretendida justificación.
En el desafuero de Orpis hubo tres votos disidentes –ministros Alfredo Pfeiffer, Jorge Zepeda y Juan Antonio Poblete- que consideraron que "los antecedentes son insuficientes para tener por configurado los delitos de los artículos 248 y 248 bis del Código Penal", que son los que tipifican el cohecho. Y agregan que "tales elementos no permiten concluir que el congresal haya incurrido en determinado acto o en alguna omisión concertada en el ejercicio de sus funciones y deberes de su cargo, con la empresa Corpesca".
Como quien dice, aún habría una duda razonable para no condenarlo. Sin embargo, el caudal de pruebas exhibidas por la Fiscalía provoca escepticismo respecto de su eventual inocencia. No por nada coinciden en la acusación, además del Ministerio Público, el Consejo de Defensa del Estado, el Servicio de Impuestos Internos, Ciudadano Inteligente y otros.
Hay un mail del entonces gerente de Corpesca, Francisco Mujica, dirigido a Orpis y que reza: "Jaime, excelente el resultado". Se refería a la aprobación de la Ley de Pesca en el Senado.
El fallo quedó en acuerdo y será dado el próximo miércoles 4 de mayo. Aunque un "supremaso" podría revertir el aplastante veredicto de la Corte de Apelaciones y salvar de ser juzgado al desaforado senador, la vindicta pública difícilmente podrá exonerarlo de culpa.
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