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La historia de los chilenos que pueden morir en la horca en Malasia acusados de homicidio

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Familias alegan defensa propia por chilenos que arriesgan la horca en Malasia

La historia de los chilenos que pueden morir en la horca en Malasia acusados de homicidio
Viernes 4 de mayo de 2018 07:58
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En una noche de agosto de 2017, los jóvenes universitarios chilenos Felipe Osiadacz y Fernando Candia, ambos de no más de 25 años, protagonizaron un confuso incidente que los tiene presos hace más de siete meses en la cárcel de Sungai Buloh en Kuala Lumpur, capital de Malasia, el complejo penitenciario más grande de ese país asiático.

Y no sólo eso, ambos estudiantes que estaban de vacaciones se encuentran ad portas de un juicio en su contra, fijado para el 29 de mayo próximo, en el cual arriesgan morir en la horca si es que son declarados culpable del homicidio que vivieron esa noche.

Hasta ahora, son pocos los datos que se han entregado para reconstituir la historia. Se sabe que el padre de Felipe, Fernando Osiadacz, ha golpeado las puertas de la Cancillería para buscar apoyo en la causa y salvar a su hijo de la condena.

Las familias no han querido hablar públicamente por temor a las repercusiones que las apariciones en la prensa puedan traer para la suerte judicial de los jóvenes en Malasia. "Ellos están destrozados y cualquier declaración podría ser fatal", dijo un cercano al diario La Tercera.

Según los antecedentes que pudo recabar el mismo medio la situación fue la siguiente: Felipe y Fernando viajaban de vacaciones desde Nueva Zelanda, donde se encontraban trabajando en el programa Working Holiday. Felices en Kuala Lumpur, los amigos fueron a un bar cercano y volvieron de madrugada al hotel.

Apenas suben al ascensor para ir a su habitación, se produce una fuerte discusión con un hombre que acompañaba a una mujer. En ese momento, uno de los chilenos logra reducir al malayo con una llave de fuerza, sujetándolo con fuerza sobre el suelo. En ese momento, el tipo sufre un paro cardiorrespiratorio que termina con su vida.

Macarena Candia, prima de Fernando, explicó a través de una de sus redes sociales, que el incidente ocurrió en el mismo día en que ambos jóvenes llegaron a Malasia.

"Uno de sus amigos fue atacado por un hombre de ese país que se encontraba bajo los efectos de alguna droga. Mi primo y otro amigo defendieron a su compañero y al inmovilizar al atacante le dio un paro cardíaco", explicó la joven, que solicitó su pronto regreso.

Quien conoció de primera mano el relato fue el senador RN Francisco Chahuán, a quien el padre de Felipe también recurrió en busca de ayuda, pues es representante de su zona en el Congreso. El parlamentario cuenta que según la historia, a los jóvenes "los venía siguiendo una persona al hotel. Logran entrar al ascensor. Y finalmente se produce un forcejeo y mientras piden a la persona de recepción que llame a la policía, lo tienen sostenido y finalmente termina asfixiado".

El parlamentario, que ha observado el proceso vivido por los jóvenes en Kuala Lumpur, declaró a La Tercera que a la fecha "no se han respetado las garantías procesales. Han estado privados de libertad siete meses en condiciones de precariedad y, además, se va a iniciar un juicio. Por lo menos, de los testimonios en que he recibido del padre, me señalan que existe un video del lugar en el que se habría producido la muerte, y ellos habrían actuado en legítima defensa".

"Hasta ahora sólo hemos tenido compromisos de buena voluntad, pero los padres sienten que acá no ha habido una adecuada defensa de los chilenos en Malasia", criticó el parlamentario.

Sin embargo, el problema, explicaron al diario entendidos en la materia, es que la legislación malaya prácticamente no hace diferencia entre un cuasidelito de homicidio y un acto con premeditación.

De hecho, es tal el rigor con que aplican la Arabic Law en Malasia, que las autoridades han tipificado incluso el tráfico de droga con pena de muerte. Ejemplo de ello es que lo que le ocurrió al boliviano Víctor Eduardo Parada, de 30 años, tras ser detenido por tráfico de drogas fue condenado a la horca.

Las salidas para los jóvenes son básicamente dos vías: diplomática y judicial.

"La primera posibilidad que siempre se busca agotar en esta materia es la de la cooperación política, diplomática, bilateral y multilateral para tratar de esclarecer el hecho con total respeto a los procedimientos y a la ley interna del lugar en que ocurrió el hecho, con total deferencia a su jurisdicción y cultura", señaló el abogado Juan Carlos Manríquez, especialista en derecho penal internacional.

"Luego, se pasa a tratar de congeniar sistemas legales y posibles soluciones más proporcionadas y humanitarias según el caso concreto, recurriendo a posibles precedentes en un contexto de armonización de sistemas jurídicos", añadió Manríquez, quien conoció el caso antes que saliera a la luz pública.

"La segunda alternativa surge a raíz de que eventualmente se detecte un riesgo potencial grave respecto de que las bases comunes al Debido Proceso entre un sistema judicial y otro, para confirmar o descartar si podrían estar en riesgo para esos justiciables sus derechos humanos, y en ese caso habría que recurrir a la comunidad internacional y a los órganos jurisdiccionales", agregó el jurista.

Por lo mismo un primer paso para las autoridades diplomáticas de Chile sería acudir vía la Corte Penal Internacional al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas (como ha ocurrido en un caso que vinculó a Corea del Sur y Malasia hace poco, a propuesta de la Presidenta de la Corte Penal Internacional) para luego solicitar una especie de amparo internacional. Las posibles sedes internacionales podrían ser varias y habría que agotarlas todas, incluso por medio del Tribunal Penal Internacional.

La Tercera intentó contactar al cónsul para conocer en profundidad las gestiones que se están haciendo, pero no hubo respuesta. Ayer, sin embargo, el director de Asuntos Consulares de la Cancillería dijo que desde agosto de 2017, cuando ocurrieron los hechos, se les ha prestado asistencia a ambos jóvenes.

PURANOTICIA / ATON

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